Pito Pérez, el pintor, caricaturista y fotógrafo


Por : Carlos Rodríguez/tribunahn :
José Manuel Pérez Asturias combina su oficio con su pasión por las aves y la taxidermia.
conocido como Pito Pérez, desde la infancia selló su amistad con el pincel, aunque académicamente se vio obligado a estudiar el área de contabilidad y administración.
Pito es un sampedrano de padre cubano y madre guatemalteca. Su papá dejó Cuba en 1929, durante la dictadura de Gerardo Machado. “Mi abuelo materno también salió exiliado de Guatemala y se estableció en Santa Bárbara, años después se vino con su familia a la costa”.
Este hondureño, hijo de exiliados, no recibió su formación artística en una academia. Los temores de su padre se impusieron para que obtuviera un diploma en otro campo, aunque no intentó destruir la sensibilidad artística de su hijo.
Siempre tuve inquietud por el arte. Recuerdo que nos llegaban de Cuba revistas como Bohemia, me daba gusto verlas… Lamentablemente, la vida del artista es muy difícil. Mi papá miró eso y no aceptaba que yo anduviera en esa onda de la pintura. él tenía un hermano pintor, pero los problemas económicos que pasaba esa gente en Cuba no eran aceptables para él. Entonces estudié comercio en el José Trinidad Reyes, quedaba donde hoy está el CCS (Centro Cultural Sampedrano)”.
Estaba claro, la pintura no era su primera opción en ese momento: “Mi padre me dijo, ‘debés tener alguna carrera antes de que te dediqués al arte. Entonces estudié, compré libros de arte y cada vez que podía visitaba las galerías. Y recibí clases esporádicas con maestros estadounidenses que venían al Centro Cultural Sampedrano. Se veía arte solo cuando llegaban exposiciones para la Feria Juniana, procedentes de Tegucigalpa”.
Tiempo después Pito sería parte de la junta directiva del CCS durante 17 años. “Soy el único sobreviviente del grupo que participó en el intercambio del terreno con los padres del José Trinidad Reyes para construir el Centro Cultural Sampedrano… ahí presenté mi primera exposición de pintura, en 1962”.
Talento perdido en Honduras
La casa de Pito Pérez no se parece en nada a la de un hombre que dedicó gran parte de su vida a los negocios y a la administración. Cada espacio del hogar que comparte con su esposa Arline deja constancia de que nunca perdió su sensibilidad artística.
En la primera planta exhibe óleos y acuarelas de su autoría. También obras firmadas por pintores nacionales como Dubón, Ruiz Matute, Milla, Sansoni, Caicedo, entre otros. Además se aprecian trabajos de extranjeros.
Mientras habla de su colección privada, aprovecho para preguntarle si se siente frustrado porque -lo ha dicho en otro momento- su trabajo es más apreciado en el extranjero que en Honduras. Se le escapa una carcajada y responde: “No, porque sé que así es nuestro medio. Pero hay muchos jóvenes que deberían tener oportunidad para desarrollarse en el arte. He sido jurado en concursos y hay niños con gran calidad para ser buenos artistas a futuro, pero se pierden. Primero, porque sus padres no tienen el recurso para los gastos, estudiar arte hoy día es caro. Segundo, no hay asistencia o un programa de gobierno que apoye a estas personas y los enfoque en la formación artística”.Pito analiza la baja calidad de la mayoría de maestros de arte egresados de la universidad y la contrasta con su experiencia: “Yo no puedo ser maestro en un centro educativo, aunque tengo más de 40 años de ser artista y reconocimientos en el extranjero, pero no tengo título académico en el área. En Guatemala, si usted demuestra con su obra que es artista por determinado lapso, le dan el título para que pueda enseñar. En nuestro país no, eso es incomprensible…”.
Pero no pierde oportunidad para enseñar. Este sábado 21 de abril, junto con Antonio Vinciguerra, comenzará a compartir conocimientos con un grupo de niños de San Francisco de Yojoa. “En ese lugar inauguraron una biblioteca a través de Comvida. Con Teresa de Pastor, del Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula, donamos algunos libros. Pues nos invitaron a darle clases de arte a los niños y pedimos que seleccionaran 15 de los mejores. Vamos a ir a ese lugar el tiempo que sea necesario”.
Sus verdaderos maestros
En la segunda planta de su casa ha instalado la biblioteca, el estudio y su taller. Enseña revistas como American Artist, Artist International, Watercolor, entre otras. Para Pito Pérez, los libros y las revistas han sido, a lo largo de su vida, sus maestros. Aún guarda dos libros importantes en su temprana formación : óleo en 5 lecciones y Acuarela en 5 lecciones, ambos publicados por Editorial Gráficas del Riu, de España.
En su biblioteca también hay ejemplares de textos de autores hondureños que ha ilustrado. Dos de sus últimas colaboraciones son para El árbol de los pañuelos, de Julio Escoto, y A calzón quitado, de María Cristina Alsina. Mientras conversa, afuera, cerca de un comedero y una fuente instalados a propósito, canta un zorzal. Desde la ventana se ve a otro pajarillo acicalándose las plumas, antes de buscar el nido, son las 4:50 de la tarde. En ocasiones, Pito saca su cámara fotográfica y aprovecha para tomar fotos de las aves que llegan a ese oasis creado por la mano humana.
Otra de sus pasiones, aprendida por medio de los libros, es la taxidermia -arte de disecar los animales para conservarlos con apariencia de vivos-.
También disfruta el avistamiento de aves. De ambos temas ha comprado textos y los hojea mostrando -en el caso de la taxidermia- cómo ha cambiado el proceso de disecado de animales.
También busca ejemplares de aves. Tiene uno de El Salvador, publicado en 1958. “Imagínate desde qué fecha los salvadoreños publicaron un texto de esta clase. En Honduras aún no tenemos un texto publicado sobre el tema”.
¿Cuánto le debe Pito Pérez a los libros? “Todo. Mi formación se la debo en un 100%”.

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